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martes, 21 de diciembre de 2010

El zorro y el gato

Había una vez un gato que iba caminando por el bosque y vio a un zorro que estaba descansando debajo de un árbol.
-Buen día- le dijo el gato al zorro, -¿Le puedo hacer una pregunta?-
-Decime- dijo el zorro.
-¿Cómo hacés para vivir sin trabajar? A mi, mi dueño me tiene de acá para allá para que mate a los ratones, no me deja tranquilo.
-¡Ah, no! Vos sos un gato tonto. Estas hablando con el maestro de la astucia. Un ejemplo: yo aprovecho cuando se hace de noche y entro a las granjas y me robo algunas gallinas. Tengo comida para un rato largo.
-¡Qué suerte la tuya!- dijo el gato -¡ojalá yo pudiera hacer lo mismo!
-¡Pará un poco!- dijo el zorro -¿cómo te animás a tutearme? Es una falta de respeto, y yo que te demostré cómo me las arreglo para sobrevivir. ¿y vos? ¿cuántas cosas sabés hacer?
Tímidamente, el gato dijo:
-Y… bue… yo solo se cazar ratas y treparme a los árboles cuando los perros me persiguen.
El zorro lo escuchó y empezó a reírse a carcajadas, al cabo de las cuales dijo:
-Como yo sé mucho… te voy a enseñar algo para que vivas mejor.
Estaban charlando del asunto cuando aparecieron unos perros, el zorro desesperado empezó a correr pero el gato se subió al árbol y le gritaba al zorro: -¿y ahora qué hacés? ¿no era que vos sabías todo?. Mientras tanto los perros se tiraron encima del zorro y lo atraparon.
-¡Socorro, socorro!- gritaba el zorro. El gato le decía: -¿Y, zorro? ¿Qué hacés con tu astucia ahora?
Al fin, después de tanto alboroto, los perros se llevaron al zorro.
El gatito, divertido, le decía mientras veía la cara despavorida del zorro: -¡Chau, zorro, chau! Con toda tu astucia no te pudiste salvar. Yo en cambio sólo necesité treparme al árbol.

Moraleja: La soberbia te envilece y la humildad te engrandece.

Autoras: Débora Ramallo
Lucia Giménez

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