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martes, 21 de diciembre de 2010

La oveja y el lobo

En un campo muy grande se encontraba un rebaño de ovejas pastando. Como hacía mucho calor, una de ellas sintió sed y se fue a tomar agua al arroyito que pasaba por allí. A la vez, había un lobo que andaba vagando en busca de un lugar cómodo y fresco para dormir la siesta. Al igual que la oveja, se dirigió al arroyito. En un abrir y cerrar de ojos se encontraron , la oveja se dio flor de susto pensando que el lobo la atacaría pero no fue así, el astuto lobo le dijo que solamente quería ser su amigo y que andaba buscando un lugar donde poder quedarse porque estaba solo y abandonado. La oveja no creyó nada de las palabras del lobo y le dijo que si eran ciertas sus intenciones debía irse muy lejos de allí y no volver. Muchos días anduvo vagando el lobo, hasta que encontró un buen lugar no muy lejos de donde se había encontrado con la oveja.
Unos días después, la oveja decidió nuevamente ir a refrescarse al arroyito pero ahora tenía más agua y corría con mucha fuerza porque había llovido hacía unos días. Solitaria y pensativa iba caminando la oveja por la orilla con tanta mala suerte que resbaló y cayó irremediablemente en el agua. Entretanto el lobo, que aldaba buscando comida por los alrededores, comenzó a sentir una balido cada vez más fuerte y desesperado: “beeeeeeeee, beeeeeeeeee “. Agudizó sus orejas y corrió hacia el lugar de donde venía el llamado, así llegó hasta el arroyito y vio a la oveja sosteniéndose de la rama de un sauce que casi tocaba el agua. Sin pensarlo se arrojó al agua y la salvó de una muerte segura. Ya en la orilla de nuevo, la oveja no se atrevió a dudar de las buenas intenciones del lobo y le pidió perdón. El lobo, así, no sólo se ganó una amiga sino que se convirtió en guardián de todo el rebaño.


Moraleja: No podemos juzgar a los demás sin antes conocerlos.






Autora: Sara Quezada.

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